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En nuestra cultura no entra que una persona que ha fracasado con un negocio pueda triunfar con el siguiente

Hoy quiero llamar la atención sobre una entrevista aparecida en el Diario Sur a Carmen de Vivero, profesora de Derecho Mercantil en la Universidad de Málaga. En ella apunta unas cuantas verdades o, al menos, puntos de vista que compartimos muchos profesionales.

En España no quedas marcado si has fracasado con un negocio, pero puedes empezar a estarlo. Es muy complicado volver a empezar. Vemos a diario como a nuestro alrededor aparecen negocios que a los pocos meses vuelven a desaparecer. Es preferible eso: cuanto antes se puedan detectar las dificultades, antes se pueden tomar las medidas oportunas y evitar con ello las consecuencias de no hacerlo a tiempo.

El instinto nos lleva a aguantar, a seguir intentándolo, a pensar que la situación no es tan mala y que las circunstancias pueden cambiar. Pero cuando se prevé que no se va a poder hacer frente a los pagos del mes que viene (o, mejor, de dentro de tres meses) hay que acudir a un profesional y hacerlo ya.

Puede parecer, si nos atenemos a las noticias que difunde la prensa, que la Ley de Segunda Oportunidad ha sido un éxito y que desde que se aprobó en 2015 ha solucionado los problemas de mucha gente. Todo eso es verdad pero está aún muy lejos de lo que podría conseguir.

Y no porque no pueda resolver los problemas económicos personales de muchísima gente. Es una muy buena Ley que choca con un problema cultural que impide que se desarrolle. Que se convierta en un instrumento válido, rápido y eficaz; depende mucho más de que cada uno de nosotros seamos capaces de cambiar nuestra percepción sobre los problemas económicos de los demás, y no tanto de que el Gobierno de turno cambie un plazo o quite o ponga un trámite.

Si nos fijamos en los porcentajes, poco ha crecido desde su aprobación; aunque parezca lo contrario porque ahora forma parte de una estadística separada. El año pasado, con moratoria de Concurso Necesario que se prolonga ahora hasta el verano de 2022, existían en España cerca de 9.000 Concursos; de los que más de 4.000 eran personas físicas. Pueden parecer cifras abultadas pero están muy lejos de las que de otros países europeos que podemos calificar como «nuestro entorno» pese a estar nosotros muy lejos de su cultura mercantil.

En los países anglosajones se habla del «deudor honesto pero desafortunado». Aquí se habla de la vergüenza. Y no es tanto vergüenza sino una cierta resistencia a asimilar que el negocio que tienes entre manos, simplemente, por las razones que sean y que muchas veces ni vienen a cuento, puede no funcionar.

Existe un punto de no retorno en el que la bola de nieve se va haciendo cada vez más grande y rueda cada vez más rápido por la ladera; un punto a partir del cual nadie va a poder frenarla y evitar que se lleve por delante lo que encuentre a su paso.

Fuente: El Sur


Ángel Andújar

Abogado experto en Derecho Concursal y Segunda Oportunidad

Economista y Auditor de Cuentas

Administrador Concursal

 

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